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26S# Falsas y Mayorías

septiembre 29, 2010

Panorama pos elecciones 26 de Septiembre: con apenas una cerrada ventaja de las fuerzas revolucionarias (PSUV y PCV) sobre la alianza contra-revolucionaria (MUD) basado en la suma del voto lista a nivel nacional, los socialistas consiguen sin embargo un 60% de escaños en la nueva Asamblea Nacional. La Mesa de la Unidad Democrática considera que el número de votos que consiguió no se corresponde exactamente con el porcentaje de curules conquistados con el método actual de elección.

Falsos acusadores

Hay que decir que en Venezuela nunca ha existido de hecho una representación proporcional directa para las elecciones a cuerpos deliberativos. Los venezolanos convivimos décadas con esta condición y en la cuarta república pocos eran los que se quejaban o escandalizaban por ella en un país con un adormecido interés por la participación en política.

Los mismos que hoy patalean por esta desproporción, fueron quienes implementaron reglas de juego similares, como lo hace hoy el Copeyano Ramón Guillermo Aveledo, coordinador de la Mesa de la Unidad.

Aveledo, ex vicepresidente del extinto Congreso de la República, avaló la derogada Ley Orgánica del Sufragio y Participación Política de 1997, hecha justo antes de realizarse las elecciones parlamentarias de 1998, la cual mantenía el estilo de proporcionalidad indirecta y, además, daba poder al Consejo Nacional Electoral para diseñar las circunscripciones electorales por todo el país. Era la época en la que el huracán Chavista amenazaba el sistema político que beneficiaba a la oligarquía Venezolana, esa que Adecos, Copeyanos y afines representan- antes y ahora.

Los representantes del Pacto de Punto Fijo lograron impedir una inmigración masiva de las fuerzas de Chávez a los diferentes estadios políticos del país cuando fijaron en dicha ley la fecha para las elecciones de gobernadores, senadores y diputados al congreso y asambleas legislativas; y, teniendo el control político del Consejo Nacional Electoral de entonces, éste pautó las elecciones presidenciales un mes después.

Falsa separación

Efectivamente, es ficción que la separación de poderes existe en un sistema capitalista, el cual nació al canto de este “deber ser” de la revolución francesa. Albert Einstein (Why Socialism? Monthly Review, Nueva York, mayo de 1949) soporta esta afirmación cuando explica que la oligarquía, “cuyo enorme poder no se puede controlar con eficacia incluso en una sociedad organizada políticamente de forma democrática”, someterá a los poderes públicos a su voluntad, siempre que se necesite proteger el sistema político capitalista.

Según Gabriel García Márquez (La verdadera muerte de un presidente, 2003), Salvador Allende y su baleada revolución socialista pacífica tuvo un crucial error político: “que no se puede cambiar un sistema desde el gobierno, sino desde el poder”. Y esta afirmación es la respuesta a muchas maniobras políticas controversiales realizadas por el gobierno de Chávez, tal vez previendo el oscuro panorama descrito por el Nobel de literatura, refiriéndose a la muerte de Allende:

“…el destino le deparó la rara y trágica grandeza de morir defendiendo a bala el mamarracho anacrónico del derecho burgués, defendiendo una Corte Suprema de Justicia que lo había repudiado y había de legitimar a sus asesinos, defendiendo un Congreso miserable que lo había declarado ilegítimo pero que había de sucumbir complacido ante la voluntad de los usurpadores, defendiendo la voluntad de los partidos de la oposición que habían vendido su alma al fascismo, defendiendo toda la parafernalia apolillada de un sistema de mierda que él se había propuesto aniquilar sin disparar un tiro.

Golpes que no son falsos

Teniendo este reñido resultado electoral, afirmar que la mayoría del país quiere cambiar el gobierno de Chávez – como lo han hecho personeros de la MUD al calor de los resultados- es simplemente descabellado; falso.

A pesar de los esfuerzos de Chávez de bañar cada campaña electoral con la tinta presidencialista, nunca lo ha logrado absolutamente; la comparación minuciosa de resultados regionales con los que tienen que ver con su permanencia en la primera magistratura así lo confirma. Igualmente, los líderes de la contrarrevolución, muy hábilmente, se preocupan por alejar a Chávez del foco de las elecciones locales por su  sostenido apoyo popular.

Lo que sí no es falso, es el golpe político que ha recibido la revolución y su gobierno este 26 de Septiembre. Hay una significativa cantidad de venezolanos que han cambiado su opinión y decidieron no darle el visto bueno a la labor, a la gestión, tanto del gobierno como a la de los asambleístas actuales. La revisión de las políticas, de los ritmos, de las maneras de hacer las cosas es vital para la continuidad de la revolución por medio de votos. Pero ese dilema merece todo un artículo de opinión para sí mismo.

No es falso que la discusión de la representación justa del pueblo en cuerpos deliberativos esta en el tapete. Allí está, por ejemplo, el factor clasista de la representación, digno de estudiar. El congreso estadounidense está casi en su totalidad ocupado por ricos, es decir, una clase que tiene sus propios intereses, y que no velará por los de los humildes o la mayoritaria clase media estadounidense; esto a pesar de ser electos o no por proporcionalidad. Este desequilibrio es posible gracias a las injustas condiciones propias el sistema capitalista, en el cual los medios de difusión colectiva tienen un papel de dominación trascendental.

Socialismo y capitalismo en contienda democrática, en transición del primero sobre el segundo, es una situación complicada y sufrida, pero cuán rica y emocionante de experimentar. Si bien pareciera un planteamiento simplista, en el fondo esto es lo que se juega en Venezuela; sobre todo al ver que los primeros personeros de la oposición que vimos encajonados en pantalla luego del anuncio de los resultados electorales fueron Ramón Guillermo Acevedo (Copey) , Omar Barboza y Antonio Ledezma (AD). ¿Cambio?

No  podemos ser Allendes.

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